Si estas leyendo esta entrada es que todavía NO ESTAS MUERTO. Lo que quiere decir que aun estás a tiempo de llevar a cabo todas esas cosas de las que "te podrías arrepentir antes de morir".
Lee pues como mucha atención el siguiente artículo que publicó Heraldo de Aragón (2/11/2014) escrito por David Navarro
"Siento que me voy demasiado pronto, que me quedan muchas cosas por hacer. Pero también me voy con las alegrías que me ha dado la vida, que han sido muchas".
Lee pues como mucha atención el siguiente artículo que publicó Heraldo de Aragón (2/11/2014) escrito por David Navarro
"Siento que me voy demasiado pronto, que me quedan muchas cosas por hacer. Pero también me voy con las alegrías que me ha dado la vida, que han sido muchas".
José Luis
Abós, entrenador del CAI Zaragoza, murió
el pasado 20 de octubre y se despidió de su familia, amigos y seguidores con
una emotiva carta en la que mostraba su pesar por el tiempo que aún le quedaba
por disfrutar, pero también la satisfacción de haber amado y haberse sentido
amado. Una carta que impresionaba en su final: «Gracias a la vida porque lo he
tenido todo».
Circula desde
hace meses un artículo en Facebook, la noticia de un libro que recoge de qué se arrepienten los enfermos
antes de morir. Esta historia viral resume en varios puntos las últimas
palabras de los pacientes que fueron atendidos por la enfermera australiana
Bronnie Ware, palabras que son, en realidad, un canto a la vida, la advertencia
de quien se va y que se quiere transmitir a los que aún pueblan este mundo. ¿Y
los aragoneses, también se arrepienten de errores de su vida antes de morir? No
existe en Aragón ningún estudio ni libro semejante al de Bronnie Ware, pero
profesionales como Pilar Torrubia, médico de cuidados paliativos, o Emilia
Civeira, intensivista del hospital Clínico de Zaragoza, han escuchado muchas
despedidas.
Al igual que los voluntarios de hospitales
como el San Juan de Dios de Zaragoza, que acompañan a aquellos que carecen de
familia. «Hacen revisión, y surgen a veces sentimientos de culpa cuando la vida
se ha basado mucho en la actividad y poco en sentimiento», señala Pilar
Torrubia, que administra cuidados paliativos a más de 450 pacientes al año.
«Muchos se lamentan del poco tiempo que han dedicado a compartir la vida con
los que quieren, Y de haber trabajado tanto, de haber pospuesto tantas cosas
para la jubilación, y el caso es que esa ansiada jubilación a veces no llega. Y
nos animan a los que estamos alrededor a vivir el presente, a hacer lo que
realmente deseamos y podemos permitirnos».
Los puntos escritos por Bronnie Ware ("5 cosas de las que te arrepentiras antes morir") coinciden con lo que cuentan los profesionales aragoneses.
Al morir, muchos se arrepienten de no haber tenido la valentía de haber sido fieles a sí mismos, de haber vivido la vida que les exigían sus padres, o engañados por una sociedad que ‘vende’ placer y egoísmo. Otros se lamentan de haber trabajado tan duro, y haberse perdido otras experiencias; los hay que desearían volver el atrás y haber expresado sus sentimientos a aquella chica que les gustaba o a la pareja que dejaron marchar, y otros tantos se arrepienten de no haber dedicado tiempo a los amigos. «Pero quizá el mensaje más importante que se escucha en esos momentos viene de quien se lamenta porque no se permitió ser feliz –considera Torrubia–. Porque en realidad somos dueños de nuestra vida, y la felicidad es una elección».
Al morir, muchos se arrepienten de no haber tenido la valentía de haber sido fieles a sí mismos, de haber vivido la vida que les exigían sus padres, o engañados por una sociedad que ‘vende’ placer y egoísmo. Otros se lamentan de haber trabajado tan duro, y haberse perdido otras experiencias; los hay que desearían volver el atrás y haber expresado sus sentimientos a aquella chica que les gustaba o a la pareja que dejaron marchar, y otros tantos se arrepienten de no haber dedicado tiempo a los amigos. «Pero quizá el mensaje más importante que se escucha en esos momentos viene de quien se lamenta porque no se permitió ser feliz –considera Torrubia–. Porque en realidad somos dueños de nuestra vida, y la felicidad es una elección».
No siempre hay tiempo para prepararse a la
muerte, y la doctora Civeira atiende precisamente a los que ingresan agudos y a
menudo inconscientes. «No da tiempo a veces a hacer balance, pero en el equipo
sí hemos visto que aquí somos un poco más pragmáticos que los anglosajones, que
hay menos autocrítica y por lo tanto menos arrepentimiento. Pero sí que hay
lamentos del tipo:“Ahora justo que empezaba a
vivir...”, de aquellos que dejaban todo para luego. Ese viaje, esa experiencia,
ese curso...». Según Civeira, «si planteamos la vida con unos valores y un
entorno que nos enriquece, no nos arrepentiremos al
morir. Pero si nos negamos a escuchar la palabra ‘muerte’, si no pensamos en
ella y un reportaje como este se rechaza porque pone los pelos de punta”, entonces lo
tendremos más difícil, porque solo si aceptamos que moriremos podremos
aprovechar mejor el tiempo».
La doctora Pilar Torrubia lleva 15 años en
el equipo de soporte de Atención docimiliaria,
lo que supone que han recibido sus tratamientos miles de enfermos. «Muchos conocen
el diagnóstico, pero no cuánto vivirán, y como mecanismo de defensa pasan por
diversas fases: enfado, negación... Otros llegan a la de aceptación y están tranquilos, consiguen aceptarlo. No
es fácil aceptar que vas a morirte, rendirte a la evidencia de que ya no puedes
volver atrás y arreglar esos problemas, pero he comprobado que a unos les es más
fácil morir que a otros. En realidad, morimos como vivimos. Si hemos pasado
nuestra existencia enfadándonos por lo que nos ocurre, nos iremos de este mundo
gritando y rabiando. Si nos abruman las dificultades y nos hacen llorar, es probable que lleguemos a la
muerte entre sollozos. Y aquellos que han ido aceptando su vida, que lo han
hecho lo mejor posible y están satisfechos, se van en paz y tranquilos».
NECESITAR
HABLAR
Jorge Viejo, voluntario
del hospital San Juan de Dios, habla de la importancia de la «escucha sanadora », de cómo aquellos que se saben en los
últimos días, horas o minutos de su vida necesitan abrir su corazón, contar los
secretos que más guardaban. «Como voluntarios, podemos escucharles cuando no
tienen cerca a la familia cercana. Algunos admiten que no se dieron cuenta
de que su vida era finita, que con tanto ajetreo pensaron que tendrían tiempo para
otras cosas. Y el tiempo se ha acabado. Se lamentan de haber pensado tanto en
el dinero, de haberse centrado en el trabajo. También se preguntan por qué se
callaron cosas que debían haber
dicho, o bien obedecieron a otros. Hay personas que se arrepienten de haber dejado a la
persona que amaban, incluso años después». Mari Carmen Jiménez ha trabajado 16
años como voluntaria y reconoce que «lo que más me impresiona es ver a tantos
morir solos. Algunos porque su familia ha sido muy desagradecida, pero otros
también porque no supieron cuidar a los que tenían». Por su parte, Félix
Lorente destaca que la mayoría se lamenta por el daño que causado a los demás
con todas sus equivocaciones. «No sufren tanto por sus consecuencias, sino por
el dolor que hicieron a sus padres, sus hijos, sus parejas...Sobre todo duelen las
relaciones personales rotas, he escuchado a muchos recordar separaciones o
rupturas aunque habían pasado hasta décadas».
Pilar López, que lleva
ocho años de voluntaria en ese mismo hospital, recuerda un caso que le hizo pensar
durante semanas y que, confiesa, le cambió la forma de ver la vida. «Una
persona me confesó que siempre había vivido muy pobremente. Que había ahorrado hasta
la última peseta sin disfrutar nada del capital que habían conseguido tras
mucho trabajar. Pude ver que necesitaba contármelo, en ese momento la persona
vomitaba la experiencia, como si me quisiera convencer de algo». Pilar se dio
cuenta de la importancia de disfrutar del hoy, «sin caer en la idea de
ser manirroto, pero tampoco obsesionarse por el futuro. De disfrutar de lo que
se tiene, en esta vida». Todos reconocen que su experiencia les ha ayudado a
abrir los ojos y ver su entorno de
otra manera. «Nunca se aprende en cabeza ajena, ni el hecho de ver las orejas al
lobo te hace cambiar tu comportamiento. Quizá es una defensa del ser humano, no
lo sé, pero todas estas experiencias sí te ayudan a pensar, a plantearte tu
vida con unos objetivos vitales para que, cuando llegue la muerte, no sintamos
que no los hemos cumplido », asegura Emilia Civeira. Por su parte, Pilar
Torrubia reconoce que su vida es ahora totalmente diferente: «No doy la misma importancia
a hechos fortuitos del día a día. Si mi hijo suspende una asignatura, si me doy
un pequeño golpe con el coche... puedo enfadarme, pero en su justa medida. Tampoco me
aferro a lo material, veo cada día lo poco que importa cuando estamos ya al
final de nuestra vida. Ahora, todo lo que me parece importante y me puedo
permitir lo hago. Si quiero ver a una amiga que vive fuera, o conocer una
ciudad... ahorro y me doy ese capricho. No se puede dejar todo para más
adelante, hay que superar el pasado y dejar de pensar en el futuro. Lo
que importante es bebernos la vida».
El amor es necesario para vivir, es el sentimiento que nos motiva a mejorar como personas.
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