Existen una serie de procedimientos al
alcance de cualquiera que son grandes facilitadores a la hora de mejorar
nuestra memoria. Uno de los más importantes es el sueño,
«un determinante biológico de primer magnitud capaz de potenciar la
formación de la memoria y la integración del material aprendido»,
asegura Ignacio Morgado, catedrático de Psicobiología
en el Instituto de Neurociencia de la Universidad Autónoma de
Barcelona. Pero hay otros que también nos ayudan mucho en esta tarea,
prosigue el autor del libro «Aprender, recordar y olvidar» (Ariel), tan insospechados como practicar deporte, o ser conscientes de cuál es nuestro mejor tiempo del día para aprender.
Estas son —según explica Morgado en
esta práctica obra— algunas de las actividades que nos ayudan en esta
tarea más de lo que creemos:
1. Practicar deporte y actividades físicas diversas
De todos los factores que promueven
el aprendizaje y la memoria, al igual que otras muchas facultades
mentales, el ejercicio físico es el que podríamos considerar más
milagroso, asevera este catedrático. «Y tiene una explicación
fisiológica. Son muchos los efectos de la actividad y el ejercicio
físico sobre el cerebro y sus neuronas. En primer lugar, esa actividad
promueve y aumenta la cantidad de sustancias neurotróficas, como el
BDNF, que incrementan la plasticidad sináptica, la neurogénesis y la
vascularización del cerebro. Es decir, actúa como un desengrasante del cerebro», explica.
2. El mejor tiempo del día para aprender
El mejor tiempo del día para aprender.
No todos los momentos del día son igualmente buenos para aprender, y
cada persona tiene el suyo. «En algunos nos sentimos más despiertos, con
más capacidad de atención y más actividad, y en otro con menos. Todos
tenemos una idea más o menos clara de las horas del día en que nos
sentimos más capaces para realizar estudios o actividades complejas. Y
suelen ser siempre las mismas horas para cada persona. Me refiero a los
ritmos circadianos», indica Morgado.
3. Entrenar la «memoria de trabajo»
Entrenar la «memoria de trabajo». La
«memoria de trabajo», explica este catedrático, «es una función
cerebral muy importante para aprender y adquirir nuevos conocimientos y
habilidades y está muy relacionada con la inteligencia fluida, la
capacidad de razonar y resolver problemas nuevos con independencia del
conocimiento previamente adquirido». Se trabaja con secuencias de
objetos en distintos intervalos de tiempo.
4. Guiar el aprendizaje con preguntas
Guiar el aprendizaje con preguntas. Este
es un método de generar memoria a largo plazo mucho mejor que la que
resulta del tipo de estudio consistente en repasar una y otra vez
apuntes de la materia, muchas veces inconscientemente. Tal y como indica
este experto a lo largo de las páginas de su libro «Aprender, recordar y
olvidar», de Ariel, «su potencia para aumentar la comprensión de lo
estudiado y generar memorias duraderas puede, además, multiplicarse si
se le pide al alumno que mientras estudia vaya redactando una memoria de
lo aprendido».
5. Practicar sistemáticamente el recuerdo de lo aprendido
Practicar sistemáticamente el recuerdo de lo aprendido.
El recuerdo, señala este psicobiólogo, es un proceso activo que no solo
sirve para evaluar lo aprendido, sino también para seguir aprendiendo.
Más aún, recalca Morgado: «el recuerdo sistemático puede ser una forma
de aprendizaje superior incluso a la del aprendizaje original».
6. Un poco de estrés no es malo
Un poco de estrés no es malo.
Según explica Morgado en su obra «Aprender, recordar y olvidar» (de
Ariel), en la vida cotidiana estamos sometidos a situaciones emocionales
y estresantes que activan el sistema nervioso y el endocrino. «La
experiencia común y los resultados de muchos experimentos muestran que,
cuando esa activación es moderada y no rebasa ciertos límites, puede contribuir a la facilitación del aprendizaje y la formación de la memoria».
Las hormonas, continua, «como la adrenalina, la noradrelina y los
glucocorticoides, liberadas en la sangre de las personas en situaciones
emocionales o de estrés moderado pueden contribuir también a la
facilitación tanto de memorias implícitas como explícitas», apunta este
experto. No obstante, matiza, «el estrés crónico y la elevada y persistente concentración de glucocorticoides en la sangre,
al provocar muerte neuronal y pérdida de espinas dentríticas en las
neuronas de la corteza cerebral, dificultan considerablemente el
aprendizaje y la memoria de animales y humanos».
7. Potenciar el error de la predicción
Potenciar el error de la predicción.
Para Morgado, una manera de potenciar el error de predicción y
facilitar con ello el aprendizaje consiste en asociar lo que se quiere
recodar a un estímulo emocional.
8. Homenaje a la lectura
Homenaje a la lectura. De
todas las actividades intelectuales potenciadoras de capacidades
mentales, la más asequible y la que proporciona un mejor balance
costo/beneficio es, sin duda, la lectura, recalca Morgado. «Leer es uno de los mejores ejercicios posibles para mantener en forma el cerebro.
Es así porque la actividad de leer requiere poner en juego un
importante número de procesos mentales, entre los que destacan la
percepción, la memoria y el razonamiento. El libro es un gimnasio
asequible y barato para la mente y debería incluirse por ello en la
educación desde la más temprana infancia y mantenerse durante toda la
vida. Los niños deben ser estimulados a leer con lecturas motivadoras y
adecuadas a su edad y los mayores deben procurarse todo el auxilio que
requieran sus facultades visuales para poder seguir leyendo y
manteniendo en forma su cerebro cuando envejecen», apunta.
9. La actividad intelectual a lo largo de la vida
La actividad intelectual a lo largo de la vida puede aumentar la memoria de la vejez. Hay estudios de la Academia Americana de Neurología que señalan que la lectura, la
escritura y la participación en cualquier actividad que estimule el
cerebro, a cualquier edad y durante toda la vida, pueden preservar la
memoria en la vejez. «Vemos pues que no hay que esperar a ser
mayor para emprender actividades intelectuales como remedio para
disminuir las consecuencias negativas del envejecimiento. Cuanto antes
empecemos, ¡mejor!», señala Morgado.
10. Inmersión temprana en múltiples lenguas
Inmersión temprana en múltiples lenguas.
La sorprendente capacidad del cerebro humano para aprender muchas
lenguas en la temprana infancia le confiere importantes ventajas a al
hora de aprender y formar memorias consistentes. Está demostrado que los
individuos que adquieren múltiples lenguas en su infancia y las
practican a lo largo de su vida tienen una mayor capacidad de cognición ejecutiva, es decir, de ejecución mental, estando también más protegidos contra la neurodegeneración en la vejez.
Artículo tomado de ....http://www.abc.es/familia-vida-sana/20140909/abci-cerebro-claves-memoria-201407291325.html
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